Cuando leía Los Ríos Profundos,
esta obra maestra del amauta José María Arguedas, se me cruzó entre líneas el
término quechua: “illa”. Su aparición podría compararse a la del astro rey en
los lugares de la Antártida donde permanece ausente; a veces por más de 100
días. Pero no, este hallazgo; es todo lo contrario, es más bien comparable con la aparición de la
luna luego de toda una vida de ausencia, porque para mí un día sin luna, es una
vida de ausencia.
Pero hasta en eso me equivoco, porque en realidad “illa” no se podría comparar con nada y todo intento por más cercano cómo el que yo considero haber hecho, apenas araña la superficie; la cara visible de la luna. Lo intrínseco, lo que estas cuatro letras unidas y ordenadas significan; quizá ningún hombre, ni ser alguno, lo haya descifrado.
Illa pudo haber nacido de otra raíz yllu. Que representa la música de la naturaleza, y quizá otro tipo de música. El "amauta" Arguedas lo describe así:
"La terminación -yllu es una onomatopeya, yllu representa una de sus formas, la música que producen las alas en vuelo; música que surge del movimiento de objetos leves. Esta voz tiene semejanza con otra más basta -illa nombra a cierta especie de luz y a los monstruos que nacieron heridos por los rayos de la luna. Illa es un niño que nace con dos cabezas, un becerro que nace decapitado, o un peñasco gigante todo negro y lúcido, cuya superficie apareciera cruzada por una vena ancha de roca blanca, de opaca luz, es también Illa una mazorca cuyas hileras de maíz se entrecruzan; son illas los toros míticos que habitan en el fondo de los lagos solitarios; de las altas lagunas rodeadas de totora; habitada por patos negros. Todos los illas causan el bien o el mal, pero siempre en grado sumo. Tocar un illa y morir, o alcanzar la resurrección, es posible.
José María Arguedas, continua describiendo "La terminación yllu, significa la propagación de esta clase de música y illa, la propagación de la luz no solar, killa es la luna e illapa el rayo, illary nombra el amanecer, la luz que brota por el filo del mundo; sin la presencia del sol. Illa no nombra la fija luz, la esplendente y sobrehumana luz solar. Denomina la luz menor: el claror, el relámpago, el rayo toda luz fulgurante"
